Claudia Hernández es una mujer feliz, ella misma lo dice y lo transmite en sus palabras y su sonrisa. La vida no ha sido fácil, pero eso no ha sido razón para que deje de soñar y de creer en las oportunidades, oportunidades que hoy la tienen en la UNAD, el lugar que le permitió renacer, florecer y en donde espera dejar huella.
Claudia tiene tres hijas a quienes considera su mejor legado, en ellas ve mujeres fuertes, grandes y aguerridas, ve la tranquilidad, el esfuerzo y los éxitos que ha vivido en sus más de 50 años y eso, para ella, es motivo para estar feliz.
Pero no todo ha sido felicidad. Estando en otra institución de educación superior le cerraron las puertas y no le permitieron darle continuidad a sus estudios, Claudia encontró en ese suceso la razón para dedicarse por completo a su hogar y renunciar a su sueño de ser profesional.
Sin embargo, una publicidad radial se encargaría de revivir la ilusión, de dejarle ver que no debía rendirse, que había una oportunidad más y que había puertas abiertas para ella, las de la UNAD. Fue así como retomó su sueño de estudiar psicología. No importó que fuera ama de casa y mamá de tres niñas. En la modalidad utilizada por la institución, halló el complemento perfecto para hacer realidad su sueño del que hoy habla con gran orgullo.
Estudiar no fue fácil, pasar de utilizar la máquina de escribir a utilizar el computador fue una transición que le costó pero que al final valió la pena, y además le ayudó a cultivar un profundo amor por la UNAD. Con 39 años logró el anhelado título, ese que le costó tanto esfuerzo y sacrificio al trabajar, cuidar de sus hijas y aprender, todo al mismo tiempo.
Con su grado vendrían más satisfacciones. La entrega de una sede propia en Tunja la llevó a participar de los recorridos por los barrios vecinos en los que saludaban a sus habitantes y los invitaban a conocer las instalaciones en las jornadas de integración. “Trajimos recreación, salud, integramos a todo el que podíamos para traerles buenas actividades, eso fue muy bello porque pudimos hacer nuestro proceso de aprendizaje unido a la comunidad”, recuerda.
Junto a este recuerdo están otros como haber hecho parte del proceso que logró habilitar la línea 106 para disminuir los índices de suicidio y el Programa Mil mujeres con Boyacá, una iniciativa que empoderó a mujeres del departamento y de donde salieron lideresas e incluso concejalas.
Sin embargo, tiempo después vendría una convocatoria en la UNAD que tuvo que dejar escapar de sus manos al no contar con los estudios requeridos para el cargo, hecho que en vez de desmotivarla la llenó de gallardía y entusiasmo para iniciar nuevos estudios académicos, entre los que se destaca ser tecnóloga en Administración de Empresas, especialista en Psicología Clínica y magíster en Psicología Jurídica, títulos y experiencia que le permitieron llegar al lugar del que se enamoró ya no como estudiante sino como una funcionaria apasionada más. “Con ese recorrido tenía claro que era aquí donde quería estar, donde quiero dejar un legado, trascender”.