Víctor Enrique Codero Ardila se lo debe todo a la Sierra. Nació en el municipio de Ciénaga, Magdalena; pero tal vez los mejores recuerdos que guarda de su niñez son en el corregimiento de Siberia, un sector fundado por su abuelo, en donde su familia siempre ha tenido fincas cafeteras.

“El campo representa la esencia de lo que soy y es gracias a él que hoy puedo estar donde estoy”, dice sin el menor asomo de duda. Además, ese siempre fue su ejemplo, su padre fue dirigente gremial en la Federación y en el Comité Nacional de Cafeteros, de ahí su sueño por ser agrónomo. Así que apenas terminó el bachillerato en Ciénaga en el año 1996, se fue a Santa Marta para empezar Ingeniería Agronómica en la Universidad del Magdalena, sin embargo las condiciones económicas de él y su familia solo le permitieron estudiar dos semestres.

“En esa época el café no daba para mucho y yo sentía que mi papá estaba haciendo mucho esfuerzo para que yo siguiera estudiando. Entonces un día le dije: papá, usted por qué mejor no me ayuda y yo ingreso más bien a hacer cursos y me capacito ahí”. En efecto así fue y en cuestión de meses ya estaba en Chinchiná, Caldas, recibiendo unos cursos en la Fundación Manuel Mejía y al poco tiempo después ejerciendo como práctico agrícola en el Comité Nacional de Cafeteros. Posteriormente y con apenas 19 años empezó a trabajar en agroecología en la Fundación Pro Sierra de Santa Marta, en donde tuvo sus primeros contactos con el mundo de la conservación y el cuidado del medio ambiente.

Para ese momento y pese a que las oportunidades laborales no le faltaban, su deseo era entrar a una universidad y profesionalizarse, sin que ello le significara abandonar su trabajo. Entonces alguien que también ejercía en la Fundación Pro Sierra le habló de la entonces UNISUR (antiguo nombre de la UNAD) y su modelo de formación, el cual le permitía estudiar con un material que le entregaban al principio del curso y que era socializado cada quince días con los compañeros y el tutor.



“Al principio tengo que decir que da un poco de susto, sobre todo porque cuando uno viene de un modelo totalmente presencial, no es tan fácil de asimilar, pero si algo me enseñó la Universidad es que no hay imposibles, y que si uno quiere, uno lo logra”.

En principio inició la Tecnología en Gestión de Empresas Asociativas y Organizaciones Comunitarias y luego continúo su tránsito hacia la carrera profesional de Administración de Empresas, todo ello mientras continuaba trabajando en la Fundación Pro Sierra, lo cual significaba la posibilidad de alternar continuamente el conocimiento teórico que le impartían en la Universidad, con el conocimiento práctico que implicaba enfrentarse y tomar decisiones oportunas en medio de situaciones reales. Sin embargo esto en ocasiones lo ponía en aprietos, según recuerda él mismo, muchas veces le pasó que llevaba los módulos que debía estudiar en su morral de trabajo con la esperanza de adelantar en cualquier momento libre, los paseaba por la Sierra de arriba a abajo pero casi nunca lograba siquiera abrir los libros. Así que el único momento para leer era cuando llegaba la noche. Muy dispuesto prendía su linterna en la habitación de la finca donde se quedaba, pero pasados apenas dos o tres minutos quedaba profundamente dormido. Pero ni eso, ni nada lo detuvo en el sueño de hacerse profesional. Víctor encontró que lo mejor era ligar sus proyectos académicos con sus actividades dentro del campo laboral. Y fue así como para su opción de grado, desarrolló un proyecto aplicado que se llamó: "Fortalecimiento Organizacional de la Red de Productores Ecológicos de la Sierra Nevada de Santa Marta". Su diseño pretendía entender cuáles eran las necesidades para hacer que su empresa realmente pudiera agregar valor a las comunidades con las que trabajaba.

Desde entonces, hace 15 años, no ha dejado de trabajar en red con campesinos, indígenas y víctimas del conflicto armado de la Sierra Nevada de Santa Marta dedicados, dedicados al cultivo de café, cacao orgánico, apicultura y turismo comunitario, propiciando entre las familias de sus grupos asociados beneficios sociales y económicos a través de la potenciación de procesos de producción y comercialización que ayuden y garanticen estabilidad la calidad de vida y sostenibilidad de los ecosistemas de la Sierra Nevada de Santa Marta.


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